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Dieciocho años después, nuestro trabajo está lejos de haber terminado

Dieciocho años después, nuestro trabajo está lejos de haber terminado

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En un día cálido y ventoso en la somnolienta ciudad congoleña de Bukavu, me encuentro a lomos de un mototaxi boda-boda, recorriendo las calles sin asfaltar de la ciudad de camino a la Oficina Nacional del Café. Por todas las callejuelas vislumbro el sol de la mañana brillando en las tranquilas aguas del lago Kivu. Es el primer día de «Saveur du Kivu«, una celebración del resurgimiento del café especial en la República Democrática del Congo (RDC) y el principal acontecimiento cafetero del país. Estoy aquí representando a Root Capital, que resulta ser el mayor prestamista de café de la región.

Los veinte años de guerra civil que asolaron las provincias de Kivu, en el este de la RDC, devastaron tanto la región como a sus agricultores. Éste es el Congo que viste en las noticias, el país donde parecía que nada iba a salir bien para su pueblo. Sin embargo, los líderes visionarios de la industria cafetera vieron otro camino. En asociación con estos líderes, Root Capital comenzó a conceder préstamos en la RDC en 2013 con el propósito de acelerar la reactivación de la industria cafetera del país, con la esperanza de liberar el potencial de una región marcada por décadas de conflicto. Desde 2013, hemos desembolsado más de 13,5 millones de dólares a siete empresas cafeteras que, en conjunto, proporcionan ingresos más elevados y estables a más de 23.000 pequeños caficultores.

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IMG_2499-768977-edited.jpg
IMG_2410.jpgEscenas de una cooperativa de café en la República Democrática del Congo. © Annie Groff

Saveur du Kivu es una de las únicas oportunidades que tienen los profesionales del café que trabajan en la RDC de compartir su experiencia y trabajar juntos para construir una industria cafetera sostenible en el país. He tenido la suerte de asistir a varias conferencias de este tipo en todo el mundo desde que empecé a trabajar en la agricultura minifundista hace más de una década. Pero la energía de este acto era única.  

Durante tres días, representantes de organizaciones de agricultores, ONG internacionales, el gobierno congoleño y compradores de café prestan embelesados atención a cada presentación y taller. En representación de la única institución bancaria presente en el evento, mi función consiste en exponer sobre el riesgo, los fundamentos financieros y el acceso al capital. Ya lleven un traje a medida o un vestido de tela kitenge de vivos colores, todos los presentes visten con elegancia, con un estilo que parece propio del Congo. La energía de la sala es palpable, pero los únicos sonidos que oigo son el suave rascar de los bolígrafos sobre el papel y el arrullo silencioso de los bebés.

Los profesionales del café de la audiencia son tan apasionados, inteligentes y dedicados como todos aquellos con los que he hablado. Lo único que les falta es un entorno propicio que les ayude a triunfar. Como el sector aún es joven, puede que éste sea el único acto de este tipo al que asistan; saben que no pueden obtener la información que aquí se comparte en ningún otro sitio.

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Willy Foote, fundador y director general de Root Capital, selva de Chimalapas, México, 1999.

Hace dieciocho años, nuestro fundador y director general, Willy Foote, se encontró en una situación similar. En lo más profundo de la selva de Chimalapas, en el sur de México, Willy se reunió con una asociación de cultivadores de vainilla, que se habían unido con la esperanza de aumentar los ingresos de varias docenas de familias indígenas de la región. El entorno era idílico: el sol se filtraba a través de las frondosas copas de los árboles, con el graznido de los loros como telón de fondo y el fluir del agua de un arroyo al fondo.

En contraste con su belleza física, esta comunidad de la selva tropical se enfrentaba a feos desafíos. La falta de acceso a los mercados, de financiación adecuada o de formación impidió que estos agricultores obtuvieran los ingresos que merecían por su duro trabajo, y las familias ganaban tan poco que luchaban por conseguir lo suficiente para comer. La tentación de participar en el mucho más lucrativo tráfico de drogas -para el que sin duda existía un mercado, tanto nacional como internacional- estaba presente a cada paso.

Mirando a aquella comunidad de agricultores y líderes indígenas, Willy reconoció sus retos. Pero también reconoció el potencial que existía cuando los agricultores trabajaban juntos. Y sobre ese potencial se fundó Root Capital.

Dieciocho años después y al otro lado del mundo, comprendo lo que debió de sentir Willy al estar junto a aquellos campesinos bajo el dosel de la selva tropical mexicana.

Mirando a los ojos de los líderes empresariales de la sala, veo la misma férrea determinación que imagino que Willy vio en los ojos de aquellos cultivadores de vainilla de Chimalapas. Violencia, inseguridad alimentaria, pobreza extrema: el pueblo congoleño se ha enfrentado a demonios que ni siquiera puedo empezar a comprender. La RDC es un entorno difícil, y los préstamos que hacemos aquí nunca serán los más fáciles ni los más rentables. Prácticamente nadie más trabaja con estos grupos. Pero vamos a seguir haciéndolo, porque hemos visto una y otra vez cómo, con sólo un poco de apoyo, las empresas pueden superar los obstáculos más desalentadores para crear oportunidades aparentemente ilimitadas en sus comunidades. Liberar el potencial de estas empresas es la razón misma de nuestra existencia.

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Los agricultores miembros de una cooperativa de café nos dan la bienvenida a tierra.

Al día siguiente de mi presentación, algunos de los demás participantes de Saveur du Kivu y yo cruzamos el lago Kivu para visitar una asociación de cultivadores de café a la que sólo se puede acceder en barco. Antes incluso de que aparezcan los rostros de los campesinos, sus cantos y aplausos se elevan sobre el agua. Nos acercamos y sus rostros se enfocan. Con las montañas elevándose sobre ellos y las olas rompiendo a sus pies, danzan dándonos la bienvenida a la orilla.

He pasado la mayor parte de mi vida adulta recorriendo carreteras secundarias desde Senegal hasta Sumatra, y mientras bailo, río y presto mi voz a esta celebración improvisada a orillas del lago Kivu, recuerdo por qué.

Porque en cada una de esas carreteras secundarias hay un negocio que está cambiando la vida de la gente, agricultor a agricultor.


Las empresas pioneras de la República Democrática del Congo aumentan los ingresos de los agricultores y elevan a sus comunidades, aun teniendo en cuenta la violencia actual. Lee más historias sobre cómo prósperas empresas rurales promueven la paz en regiones post-conflicto de todo el mundo.


A partir del 25 de julio de 2017, este post ha sido editado con respecto a la versión original.

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