La crisis de la roya de la hoja del café que asoló Latinoamérica desde el 2011 hasta el 2014 obligó a muchas familias productoras de café a buscar fuentes alternativas de ingresos para solventar sus necesidades de sustento.
Para hacer frente a esta necesidad fundamental, hace dos años Root Capital empezó a trabajar con nuestros clientes para analizar oportunidades de diversificación de ingresos para las familias rurales. Recientemente, en Lima, Perú, Root Capital y Heifer Perú convocaron un taller para los representantes de más de 40 de estas organizaciones de productores agrícolas con el objeto de compartir sus experiencias con diversas empresas no cafetaleras y analizar modelos comerciales exitosos de diversificación de ingresos.
Presentamos a continuación lo que hemos aprendido de nuestros clientes con respecto a cómo las estrategias de diversificación están teniendo un impacto en los productores agrícolas y en las comunidades en todo el Perú:
1. Estas empresas están conduciendo a mujeres, hombres, familias y comunidades a superar retos económicos y estigmas culturales.
Independientemente del producto o mercado del que se tratara, en todas las intervenciones destacaba un mensaje: La diversificación hacia nuevos mercados no incide únicamente en los ingresos del hogar sino que ha sido también una fuerza equilibradora con un profundo impacto en la autoestima, especialmente para las mujeres.
Lourdes Villegas de CAPEMA, una pequeña cooperativa cafetalera a la que abastecen 300 productores de café en la región peruana de San Martín, explicó que para un hombre solía ser considerado humillante ser visto cargando pasto para alimentar a los cuyes . Criar cuyes, dice, se consideraba un trabajo de mujeres y los cuyes se mantenían en una esquina de la cocina o del patio para su consumo ocasional. Ahora son criados con creciente frecuencia en pequeños corrales y vendidos con una ganancia de $1 como mínimo por cada uno; se han vuelto una fuente importante de ingresos y más hombres se suman a la labor felices, incluso si implica cargar pasto.
2. La diversificación hacia nuevos mercados ha contribuido al cambio de actitud con respecto a las prácticas de agricultura y conservación.
Los participantes contaron historias de cómo los hijos e hijas de los productores de café del distrito de Pangoa en el Perú descubrieron la rentabilidad del alquiler de colmenas de abejas a productores de palta (aguacate) y maíz para prestar servicios de polinización. De este modo, la apicultura, sostuvieron los participantes, tiene el potencial de mantener a las generaciones más jóvenes interesadas en las actividades agrícolas.
En las comunidades donde la apicultura es una forma popular de diversificación, la conservación forestal ha adquirido también mayor importancia. Las abejas dependen de la abundancia de árboles y plantas con flores y, por lo tanto, los apicultores han desarrollado interés en promover las actividades agroforestales y en evitar las prácticas de tala y quema.
3. No cambies la ganancia a corto plazo por sufrimiento a largo plazo
En tiempos de crisis, es fácil entender el atractivo de las ganancias a corto plazo. Es por ello que cuando el brote de la roya de la hoja del café se encontraba en su peor momento, algunos productores empezaron a explorar la posibilidad de producir jengibre. El jengibre tiene un ciclo corto de crecimiento y es inmediatamente rentable. No obstante, su alta productividad la mantiene únicamente por un ciclo. Por lo general, la producción de jengibre despoja a la tierra de nutrientes esenciales, haciendo que tierras en principio sanas se vuelvan improductivas. Invertir en prácticas sostenibles y de conservación de suelos, es crucial en todos los cultivos, especialmente para proteger a los productores agrícolas de hipotecar su futuro.
4. Iniciar nuevas empresas exitosas exige perseverancia y arduo trabajo.
Una participante del taller relató la historia de un grupo de mujeres que querían complementar sus ingresos mediante la crianza de peces para la preparación y venta de un plato tradicional llamado patarashca.
El primer obstáculo que estas mujeres encontraron fue el financiero; tenían la idea pero no el capital. Una vez que recibieron los fondos por parte de su cooperativa para iniciar un negocio de piscicultura, se enfrentaron a otro reto: el aprendizaje de la tecnología y los métodos necesarios para llevar adelante la operación piscícola.
Decididas a no desistir, las mujeres perseveraron y ahora, mientras sirven platos de patarashca a clientes ávidos por consumirlos, dicen con orgullo «Nosotras sí aprendimos. Sí lo estamos haciendo. Sí aprendimos una nueva tecnología y sí estamos generando nuevos ingresos».
Para más fotografías del taller, vea la presentación en diapositivas a continuación. Las fotografías son cortesía de Carolina Dos Santos, fotógrafa de Heifer Perú.